Cáparra es una antigua ciudad
española que data de la época prerromana, y está situada en la antigua provincia romana
Lusitania, en la comarca del valle del
río Alagón, en la provincia de Cáceres, en el norte de
Extremadura, dentro del
Conventus Iuridicus Emeritensis, con capital en la
Colonia Augusta Emerita. Está atravesada por la calzada romana llamada
Vía de la Plata y permanece abandonada en la actualidad.
El arco de cáparra, conocido como
tetrapylum, es la construcción más importante que ha sobrevivido hasta la actualidad. Se trata de un arco cuadriforme, el único en
España de sus características. Se sitúa en el centro de la ciudad, bordeado por el
Foro y los baños públicos y otros monumentos principales. Es muy probable que en él confluyeran las dos calles principales: el
Cardo y el
Decumano.
Se encuentra muy bien documentado, gracias a las inscripciones
conservadas en él y en concreto a una que está en el pilar de la derecha
del frente sur del monumento, en la que se alude a
Marcus Fidius Macer, a un nuevo
Fidius Macer, así como a
Bolosea, hija de
Pellus, su mujer.
4 Se da a entender que este
Fidius Macer
fue la persona que mandó erigir el arco cumpliendo de este modo el
testamento de sus padres. Por otras inscripciones se sabe de la
relevancia de este ciudadano de
Capera, pues se le menciona tres veces como magistrado, dos veces dunviro y como
praefectus fabrum,
5 o jefe de los obreros municipales, y que estuvo casado con
Iulia Luperca.
6 En cuanto a la fecha de su erección, se le sitúa en la
época Flavia, a finales del
siglo I.
Tiene unas medidas en su planta de 8,60 m por 7,35 m, estimándose una
altura de 13,30 m en su estado originario. El monumento se eleva sobre
cuatro pilares que soportan cuatro arcos de medio punto adornados con
una
arquivolta o moldura que envuelve el
trasdós.
Cada pilar se asienta sobre un basamento rematado por una cornisa
bastante resaltada. Los frontales norte y sur disponen de dos pedestales
adosados sobre los que se colocarían esculturas representativas de las
parejas citadas en las inscripciones. No sería de extrañar que, por sus
dimensiones, en los pedestales del norte se encaramaran retratos
ecuestres, al menos así lo presenta García Bellido en la reconstrucción
ideal del arco.
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